Luego de ver el debate de los candidatos presidenciales me llevé unas cuantas sorpresas  y un radical giro a mi manera de pensar sobre algunos de ellos.

Antes que nada, cabe resaltar que mi plan para las elecciones presidenciales era anular mi voto sin dejar de participar, es decir, sin apoyar a una de las dos vertientes más fuertes en  esta contienda: López Obrador y Peña Nieto; eligiendo a Vázquez Mota y cruzando los dedos para que el sexenio que se aproxima no sea tan desastroso como el pésimo currículo de los candidatos.

Mi idea de los candidatos era muy simplista pero aplicable casi al 100%: los candidatos actuales son tan mediocres que incluso AMLO se ve "decente" compitiendo contra ellos, y sigo defendiendo esa postura, aunque ahora sin incluir a todos ellos.

Me hubiese agradado presenciar todo el evento, pero desgraciadamente me la pasé buscando el archivo de mi firma digital del SAT, que afortunadamente pude encontrar, para finalmente poder ir a ver el dichoso debate.

Lo que me esperaba, los 3 candidatos más fuertes echándose literalmente caca entre ellos, sin aterrizar ideas o generar propuestas concretas y aplicables, otra noche más de entretenimiento, con  un amargo sabor de boca, pero entre las réplicas me llamó mu cho la atención escuchar y analizar el estilo del candidato que hasta hace unas horas consideraba como un comodín en las elecciones y un sujeto haciendo el ridículo ante la población en  general; y debo admitir mi falta de cultura y educación política al caer en semejante error y desconocer el potencial del candidato.

No vale la pena mencionar los errores de los demás candidatos, que fueron bastante obvios, pero pensándolo bien, en caso de aquellas personas que se encuentran  casadas con el partido o con la idea de un candidato, hay que hacer memoria en esa foto que AMLO mostró con una elegancia y un estilo que reta a las capacidades inferiores del ser humano promedio, poniendo el papel de cabeza; o recordar los acordeones que los tres candidatos utilizaron para apoyarse o incluso basar, sus participaciones; el desperdicio del tiempo en alegatos y su falta de temple y capacidad de respuesta ante situaciones de estrés.

La pelea de los grandes dio la oportunidad de brillar a aquél candidato que al igual que yo, muchos ni siquiera tomaban en cuenta: Gabriel Quadri: sus propuestas demás de bien  fundamentadas y realizables, están hechas de tal manera que el cambio implica eliminar aquellas partes de los sistemas que se encuentran deficientes, hablando tanto de los modos de trabajo como de los mismos empleados y encargados de organismos y grupos, todo en un marco de transparencia y justificación de actividades ante organismos públicos descentralizados que serán los encargados de asegurar que las prácticas se realicen de manera legal y honesta, y tomando cartas en el asunto en caso de que así no sea.

En resumen, hay mucho de qué hablar con respecto al debate, pero más que nada, no me deja de sorprender aquél candidato que prácticamente nadie esperaba, y conociendo la ineficacia de los otros tres, he decidido replantearme mi voto, que no sea una simple anulación, si no el intento de llevar a la mesa de mando a una persona con ideas centradas y con una preparación  adecuada para el puesto (los invito a investigar el currículo de Quadri), en lugar de un señor cuyo trabajo deja mucho que desear, que no sabe inglés (comprobado aquí http://www.youtube.com/watch?v=ALuOJoOrY-w) , o un "presidente legítimo" que casi a punto de terminar su supuesto sexenio se lanza nuevamente por la presidencia, o una candidata que no tiene capacidad de respuesta en un debate (lo cual habla mucho de su capacidad de respuesta ante cualquier otro tipo de situaciones), y que tiene como los otros dos, mucho historial lodoso que ensucia sus zapatos y capa.

A final de cuentas, las elecciones que se aproximan son difíciles en muchos aspectos, ya que los candidatos no dan para mucho, salvo esa sorpresa con la que me encontré esta noche, que espero se mantenga mi buena impresión durante el siguiente debate. 

Es por ello que exhorto a los lectores a que se detengan y reflexionen seriamente sobre la persona que quieren que dirija nuestro país por los siguientes seis años; no solo se trata de juzgar por lo que vieron y escucharon en el debate, pónganse a leer los historiales de los candidatos, sus propuestas de campaña (completas), sus currículos, y lo más importante, asesórense con una persona que tenga conocimientos en las ciencias políticas (yo ya lo hice, y es por eso que escribo esta somera reflexión sobre el debate.

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